Lo que Dios quiere para la Iglesia
¿Qué será lo que Dios quiere darnos en esta iglesia? ¿Cuál es la bendición grande que El quiere derramar sobre nosotros?
Se dan muchas respuestas a esto. Algunos responderían: revelaciones especiales – Dios quiere darnos a entender cosas que nadie más sabe.
Otros: poder. Dios quiere darnos poder, quiere derramar su poder sobre nosotros para que tengamos victoria en toda situación.
Otros: riquezas. Dicen, si tú no estás disfrutando de una casa grande, un carro del año, vacaciones en lugares exóticos, y ropa cara, entonces algo falta en tu fe.
¿Serán éstas las cosas que Dios desea darnos? ¡Sí!..pero no en el sentido que muchos creen. Dios quiere darnos revelaciones, pero no misteriosas; poder, pero no poder egoísta; riquezas, pero no materiales. Dios tiene algo mucho mejor para nosotros.
Lectura: Efesios 1:15-23
1:15 Por lo cual también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y amor para con todos los santos,
1:16 No ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones;
1:17 Que el Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación para su conocimiento;
1:18 Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál sea la esperanza de su vocación, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,
1:19 Y cuál aquella supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, por la operación de la potencia de su fortaleza,
1:20 La cual obró en Cristo, resucitándole de los muertos, y colocándole á su diestra en los cielos,
1:21 Sobre todo principado, y potestad, y potencia, y señorío, y todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, mas aun en el venidero:
1:22 Y sometió todas las cosas debajo de sus pies, y diólo por cabeza sobre todas las cosas á la iglesia,
1:23 La cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que hinche todas las cosas en todos.
Dios quiere algo para esta iglesia, que se encuentra resumido en esta oración de Pablo por las iglesias a las cuales escribía. Podemos tomar esta oración y aplicarla a nosotros también. Dios quiere bendecirnos. El desea que este lugar sea lleno de su gloria. ¿Qué es lo que Dios quiere hacer? Vemos que cada miembro de la Trinidad juega un papel en esta gran bendición.
Dios, el Padre de gloria, da gracia a su Iglesia (15-17a)
¡Qué cosa más interesante! Que Pablo diera gracias por sus lectores. Parece que no los conoce personalmente, pero ha oído de ellos – y lo que ha oído le lleva a darle gracias a Dios. ¿Por qué? Porque lo que ha oído le demuestra claramente la obra de Dios en sus vidas. Al oír de ellos, es muy claro que ellos han sido tocados por la gracia de Dios.
¿Cuáles son las muestras de la obra de Dios en la vida de una persona? Son dos – y si quieres saber lo que es ser cristiano de verdad, pertenecer en serio al pueblo de Dios, estas dos cosas te pueden indicarlo muy claramente.
La fe incluye los elementos de confianza, conocimiento, y entrega. Pensamos a veces que la fe es creer ciertas cosas acerca de Jesús – saber qué enseñó, por ejemplo, o como murió – saber esto es necesario para la fe, pero es posible saber estas cosas sin tener fe. La fe es, más bien, una confianza personal en Cristo, que nos lleva a creer que El nos salvará de la ira de Dios, y que nos lleva a vivir para El, creyendo que lo que El nos exige es lo mejor. Es, en fin, creer que lo que la Biblia dice acerca de Jesús es verdad, y que por esto, vamos a entregarle nuestra vida y dejar que El haga cambios radicales en ella.
Imagine que Ud. es un niño, atrapado por un incendio en el segundo piso de la casa – se sale al balcón, y ve abajo a su papá. «Salta», dice él, «y yo te agarro». Ahora, ¿cuál es la reacción de fe? ¿Es simplemente saber que el papá allí está? ¿Es gritarle al vecino, «Mi papá está allí abajo»? ¡La reacción de fe es lanzarse al vacío, creyendo que él va estar allí! Ésta es la verdadera fe en Cristo – lanzarnos a la vida y a la eternidad con nada más que nuestra confianza en El.
Y esa fe en Cristo resulta en un cambio en nuestras relaciones con otros. En una caldera de vapor, no hay manera de medir la presión dentro de la máquina – pero hay un tubo de vidrio al lado, que demuestra la presión que tiene dentro. No hay manera humana de medir la fe en tu corazón – pero si tienes verdadero amor a tu hermano, amor que es tan profundo que te olvidas de ti mismo al buscar lo mejor para él, entonces esto demuestra tu fe.
Y esto es lo que define a un cristiano: fe profunda en el Señor Jesús, y amor profundo para sus seguidores, los demás santos.
Y dime: ¿eres parte de la Iglesia? ¿Has llegado a ese momento de abandonarlo todo para saltar al espacio y confiar en El? ¿Has llegado a entregarle tu vida, creyendo que El murió en la cruz por tus pecados? ¿Has dejado que El te llene de amor por tus hermanos?
Y tú que eres creyente: ¿estás dejando que tu fe se vuelva religión? Es muy fácil que nuestra confianza en Cristo y amor para El se vuelvan un intento de guardar ciertas reglas para así quedar bien. No cambies tu relación con Dios por una religión.
Esto es el comienzo de lo que Dios quiere hacer aquí. El quiere que tengamos fe en Cristo y amor para los hermanos. Así somos parte de su Iglesia, de su pueblo, y estamos listos para lo siguiente:
El Espíritu Santo trae sabiduría y entendimiento (17-18)
El Espíritu Santo es Dios. El no es una fuerza impersonal, es un miembro de la Trinidad y una de las maneras que nosotros conocemos a Dios. Como creyentes, sabemos que El vive dentro de nosotros, y nos guía.
Aquí nos enseña que El nos da sabiduría y entendimiento. Pero, ¿a qué se refiere? ¿Significa que si quiero saber de la mecánica sólo le pido al Espíritu Santo y me ayuda? ¿Significa que puedo invertir en acciones, y El me dirá cuáles comprar? No – es algo mucho mejor.
Primero, el Espíritu Santo nos da sabiduría para conocer a Dios. Mucho ojo: no es para saber más acerca de Dios, como si quisiéramos ganar un premio en Sábado Gigante contestando bien una pregunta; es conocimiento personal de Dios. Si esto no nos emociona, no sé qué estamos haciendo aquí. A comparación con la posibilidad de conocer personalmente al Dios del universo, ¿qué más importa? Y por medio de la obra del Espíritu Santo, ¡lo podemos hacer!
¿Cómo pasa esto? Sucede a medida que vamos haciendo que lo que conocemos de Dios sea parte de nuestra experiencia. Y el Espíritu Santo es nuestro apoyo y guía en esto. Sabemos de la Biblia, por ejemplo, que Dios es un Padre amoroso para sus hijos; pero, ¿cuántas veces pensamos en Dios como si fuera un enojón celestial que sólo está esperando el momento oportuno para castigarnos? Llegamos a conocer a Dios cuando empezamos a sentir el amor de Dios en nuestro corazón, cuando empezamos a orar confiadamente, cuando empezamos a dejar nuestras preocupaciones.
Y Dios quiere obrar esto en tu vida – si te das cuenta de que el Espíritu Santo te quiere ayudar a vivir las cosas que sabes. Puedes saber mucho o poco acerca de Dios – pero no dejes de tomar el paso siguiente, haciendo que sea experiencia y no sólo conocimiento.
La sabiduría que trae el Espíritu tiene un segundo resultado. Además de conocer a Dios personalmente, El nos da a entender su plan para nosotros.
Dios nos ha llamado a su gloria, y nos espera una gloriosa herencia. Aquí en este mundo, podemos sentir que no tenemos importancia, que no estamos logrando nada, que no servimos para nada. Los valores del mundo, sin embargo, están equivocados. Y si tú eres cristiano, Dios conoce tu nombre. El conoce cada detalle de tu vida y tu ser, y El quiere usarte.
Es que tenemos un destino glorioso. Lo que nos espera ni siquiera lo podemos imaginar, y lo que estamos haciendo ahora es preparación para eso. Ahora, el Espíritu no necesariamente nos va a decir exactamente qué debemos de hacer, que trabajo escoger, etc. – puede ser que sí, pero aquí más bien estamos hablando de que El nos inspira dándonos a entender lo que nos espera como creyentes.
Pero, dime: ¿estás viviendo según la sabiduría del Espíritu? Hay dos clases de sabiduría: una viene del cielo, del Espíritu, y la otra es terrenal. El mundo te dice que el placer, el dinero, el poder te van a traer la satisfacción; el Espíritu te llama a encontrarlo en conocer a Dios y tu lugar en su plan. ¿Cuál vas a escoger? ¿Cuál vas a escuchar? Recibe la revelación del Espíritu, y basa tu vida en ella. Es la única que vale la pena, porque viene con un gran respaldo. (Leer 19-23)
Cristo demuestra el poder de Dios
El Espíritu nos lleva a conocer ese poder demostrado en Cristo. Y el poder de Cristo es supremo a cualquier otro en el universo. Cristo está por encima de todo poder, toda autoridad.
No hay gobierno en el mundo que tenga el poder que tiene Cristo. George Bush, en la Casa Blanca, jala muchas cuerdas; pero es un títere no más. Y aún las fuerzas espirituales, los ángeles y los demonios, no son nada ante el poder de Jesús.
Pero lo que es más increíble es que su poder actúa ahora en los que creemos. Sería suficiente saber que nuestro Señor tiene este poder, pero no se detiene allí el asunto; su poder se expresa dentro de su Iglesia – es decir, dentro de nosotros. Cristo es la cabeza de la Iglesia, la fuente de su sostén, y su presencia nos llena totalmente.
Nosotros que estamos aquí, a los ojos del mundo, somos un grupo un poco ridículo que desperdicia sus domingos en la iglesia y se pierde algunas diversiones. Pero la realidad es que seguimos al Rey más poderoso que existe, y El está en nosotros. ¡Su poder está aquí!
Y me pregunto: ¿por qué no conocemos más de ese poder en nosotros y en nuestra iglesia? ¿Por qué no vemos más vidas transformadas? ¿Por qué somos tan similares al mundo? ¿Por qué no se ve más poder en este lugar?
Quizás no nos damos cuenta de que este poder está disponible. Pero quizás no nos disponemos a vivir por ella, porque nos gusta demasiado depender de nosotros mismos, porque no queremos pagar el costo en horas de oración, porque no vemos la necesidad.
Podemos conocer ese poder en nuestro diario vivir, y en nuestra iglesia. Jesús está aquí, dispuesto a obrar en nosotros.
Ahora, ¿estás dispuesto a buscar su obra? ¿Te unirás a lo que Dios quiere hacer en esta iglesia? Quiero que oremos todos juntos, expresando nuestro compromiso con Dios de buscar ese conocimiento personal de El a través del Espíritu, y el poder que El mostró en Cristo. Si tú estás listo en esta mañana a unirte a mí en pedir que Dios mueva entre nosotros, en reanudar tu compromiso con El, te invito a pasar adelante para que oremos juntos.