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La consumación del Reino


La consumación

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La consumación del Reino

Ya casi han desaparecido de nuestra memoria las expectativas apocalípticas que acompañaron el cambio de siglo. Muchas personas estaban seguras de que el mundo se iba a acabar en el año 2000, o que por lo menos la civilización se descompondría totalmente.

A estas alturas, tales ideas nos parecen extrañas. Nos parece increíble que en realidad nos hayamos preocupado de algo que resultó ser tan inofensivo. No faltan, sin embargo, otras preocupaciones acerca del fin del mundo.

En las últimas semanas, por ejemplo, se ha estado hablando de un asteroide cuya trayectoria lo podría traer cerca de la tierra dentro de algunos años. Sin embargo, como dice el Chapulín Colorado, que no panda el cúnico; las posibilidades de que llegue a estrellarse contra nuestro planeta son muy remotas.

Las especulaciones y la histeria acerca del fin del mundo no son nada nuevos. A través de la historia humana se han presentado momentos en que el fin del mundo ha parecido estar muy cerca. Muchas personas incluso han tratado de poner fechas para el fin del mundo.

Los discípulos de Jesús también mostraron mucho interés en esta cuestión. Durante la última semana de la vida de Jesús, le preguntaron acerca de su venida y el fin del mundo. La respuesta que les dio Jesús nos enseña mucho acerca de lo que debemos de esperar.

La semana pasada hablamos acerca del Reino de Dios. Vimos varias parábolas que describen el crecimiento paulatino y casi invisible del Reino. Hoy Jesús nos enseña acerca de ese momento en que llega el triunfo final del Reino de Dios. Pidamos al Espíritu Santo que nos guíe a entender las palabras de nuestro Señor.

Lectura: Mateo 24:1-11

24:1 Y salido Jesús, íbase del templo; y se llegaron sus discípulos, para mostrarle los edificios del templo.
24:2 Y respondiendo Él, les dijo: ¿Veis todo esto? de cierto os digo, que no será dejada aquí piedra sobre piedra, que no sea destruída.
24:3 Y sentándose Él en el monte de las Olivas, se llegaron á Él los discípulos aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del mundo?
24:4 Y respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe.
24:5 Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y á muchos engañarán.
24:6 Y oiréis guerras, y rumores de guerras: mirad que no os turbéis; porque es menester que todo esto acontezca; mas aún no es el fin.
24:7 Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestilencias, y hambres, y terremotos por los lugares.
24:8 Y todas estas cosas, principio de dolores.
24:9 Entonces os entregarán para ser afligidos, y os matarán; y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre.
24:10 Y muchos entonces serán escandalizados; y se entregarán unos á otros, y unos á otros se aborrecerán.
24:11 Y muchos falsos profetas se levantarán y engañarán á muchos.

Este intercambio entre Jesús y sus discípulos tuvo lugar el día martes de la última semana de la vida de Jesús. El domingo había sido el día de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. El lunes y el martes estuvo en el templo, enseñando a las multitudes que habían llegado para la fiesta de la Pascua.

Saliendo del templo, entonces, sus discípulos notan el esplendor del edificio. Jesús aprovecha la oportunidad para hablarles del futuro. Jesús les había dicho a sus discípulos anteriormente que el templo físico ya no era el lugar de encuentro entre Dios y los hombres, sino que Jesús mismo ahora era el templo.

Ahora les declara claramente que el templo sería destruido, profecía que se cumplió en el año 70 d.C. cuando los ejércitos romanos destruyeron Jerusalén. En el momento de su conversación con Jesús, sin embargo, los discípulos no entendieron la secuencia de eventos. Ellos aún creían que Jesús estaba a punto de establecer su reino.

Por esta razón, en su pregunta a Jesús, agrupan la destrucción del templo con su venida y el fin del mundo. En su respuesta, Jesús se dirige a las dos cuestiones, mostrando a la vez que habría una separación entre los eventos.

La primera cosa que Jesús les enseña, y que nos enseña también a nosotros, es que

La consumación llegará después de muchos dolores

Cada vez que hay un desastre natural de cierta magnitud, la tendencia del hombre es de identificarlo con el fin del mundo. El maremoto que tuvo lugar en el Golfo Índico el mes pasado es el desastre natural más grande de nuestros tiempos, pero Jesús nos dice que sucesos como éste representan apenas el comienzo de los dolores.

Los «dolores» son los dolores de parto. Antes de que una mujer dé a luz, sufre los dolores de parto; antes del regreso de Jesús habrá también muchos dolores. Lo importante es notar que esto representa sólo el comienzo.

Cuando vemos desastres, guerras, hambres y otras cosas alrededor del mundo, entonces, nos sirven de recordatorio del pronto regreso de Cristo. Sin embargo, no nos permiten declarar con exactitud cuándo será ese regreso. Simplemente porque se ha visto una gran cantidad de desastres, no significa que Cristo regresará mañana. Podría ser, o podría no ser; es el comienzo de dolores.

Notamos también que habrá dolores a nivel espiritual. Esto caracteriza toda la era antes del regreso de Cristo, no sólo los últimos años antes de su venida. La persecución de sus seguidores que Cristo menciona se ha visto a través de la historia de la Iglesia.

Tampoco es ninguna novedad que haya un gran número de falsos profetas. Poco después de la muerte de Cristo se empezaron a levantar personas predicando un falso evangelio, y las mentiras se predican hasta el día de hoy.

No crean todo lo que se les dice en el nombre de Dios. No crean a cualquier predicador simplemente porque se expresa bien, o tiene una forma bonita de hablar. Más bien, escudriñen las Escrituras y sepan qué es lo que creen, para poder defenderse contra la falsa doctrina.

Jesús nos avisa, entonces, de que la consumación llegará después de muchos dolores. Debemos de estar preparados para estos eventos, y no dejar que nos sorprendan.

La segunda cosa que nos dice Jesús es ésta:

La consumación llegará después de la predicación universal del evangelio

Lectura: Mateo 24:12-14

24:12 Y por haberse multiplicado la maldad, la caridad de muchos se enfriará.
24:13 Mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo.
24:14 Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, por testimonio á todos los Gentiles; y entonces vendrá el fin.

Durante este periodo de sufrimientos a nivel mundial y de traiciones de la fe – el periodo que estamos viviendo en la actualidad – la fe de muchos se enfriará, pero el evangelio avanzará hasta los confines de la tierra también.

Los misioneros están llevando el evangelio a cada rincón de la tierra. Sin embargo, existen en nuestros países regiones donde el evangelio se desconoce. Podemos, entonces, apresurar el regreso de Cristo apoyando la predicación del evangelio alrededor del mundo, y compartiéndolo con los que nos rodean.

La oración de Juan al final del libro de Apocalipsis es ésta: ¡Ven, Señor Jesús! Podemos contribuir al cumplimiento de este oración apoyando el esfuerzo misionero de la iglesia. Nuestros misioneros van hasta los confines de la tierra con el mensaje del evangelio. Al apoyarlos con nuestras oraciones y ofrendas, ayudamos a que el evangelio del reino se predique a todas las naciones.

Entonces, dice Jesucristo, vendrá el fin. Durante este tiempo de sufrimiento y de rechazo, no nos toca lamentarnos, ni mucho menos perder la fe. Nos toca ser firmes en llevar el evangelio a los que aún no lo conocen.

Ahora llegamos a la sección del pasaje donde Jesús contesta la pregunta de sus discípulos acerca de la destrucción del templo. Los versos 15-21 se refieren a la destrucción de Jerusalén, que tuvo lugar en el año 70 d.C.

Por razones de tiempo, no vamos a entrar en estos versículos en detalle; pueden leerlos en casa. Estas instrucciones de Jesús fueron seguidas por los creyentes que vivían en Jerusalén durante ese tiempo, y nos sirven hoy como profecía cumplida para mostrarnos que sus demás profecías son confiables.

La última cosa que Jesús nos dice en este pasaje es ésta:

La consumación llegará de una forma universalmente visible

Lectura: Mateo 24:22-31

24:22 Y si aquellos días no fuesen acortados, ninguna carne sería salva; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.
24:23 Entonces, si alguno os dijere: He aquí está el Cristo, ó allí, no creáis.
24:24 Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y darán señales grandes y prodigios; de tal manera que engañarán, si es posible, aun á los escogidos.
24:25 He aquí os lo he dicho antes.
24:26 Así que, si os dijeren: He aquí en el desierto está; no salgáis: He aquí en las cámaras; no creáis.
24:27 Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del hombre.
24:28 Porque donde quiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas.
24:29 Y luego después de la aflicción de aquellos días, el sol se obscurecerá, y la luna no dará su lumbre, y las estrellas caerán del cielo, y las virtudes de los cielos serán conmovidas.
24:30 Y entonces se mostrará la señal del Hijo del hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre que vendrá sobre las nubes del cielo, con grande poder y gloria.
24:31 Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán sus escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo hasta el otro.

La segunda venida de Cristo será un evento inconfundible. Nadie dudará de que sucedió. Su primera venida llegó como secreto. Nadie pensaba que aquel bebé nacido en Belén podría ser el Salvador, menos algunos pastores y sabios.

Cuando Jesús regrese por segunda vez, sin embargo, todos lo verán. Por lo tanto, no debemos de permitir que nos confundan los que declaran representarle o incluso ser el Cristo. Aunque hagan grandes milagros y señales, podemos saber que no lo son.

Cuando cae un rayo, se ve desde muy lejos. Cuando los buitres se juntan a volar encima de un cadáver, se ve a una distancia muy grande. De la misma forma, el segundo regreso de Cristo será visible a todos.

Cuando él fue llevado al cielo, subiendo entre las nubes, dos ángeles les aparecieron a sus discípulos para decirles que Jesús regresaría de la misma forma en que se había ido. Jesús vendrá entre las nubes, de una forma visible a todos.

Algunas personas se han hecho la pregunta: ¿cómo será posible que todas las personas alrededor del mundo lo vean, si el mundo es un globo? Para el Dios que hizo este universo, no creo que sea ningún problema. Quizás por medio de alguna refracción, o quizás de una forma distinta, la llegada de Cristo será visible a todos.

En ese momento todas las naciones de la tierra se angustiarán, y Cristo regresará de forma visible. Los elegidos serán recogidos de todos los extremos de la tierra para estar siempre con él.

¿Cómo debemos de vivir a la luz de estas verdades? Debemos de estar siempre a la alerta, pues Cristo podría regresar en cualquier momento. Debemos de evitar las especulaciones vanas. Debemos de tener cuidado con los falsos profetas y falsos Cristos.

El día 19 de mayo del año 1780, sucedió algo insólito en la ciudad de Hartford, en el estado de Connecticut. Mientras la legislatura se encontraba en sesión, el cielo se oscureció repentina y siniestramente. Varios de los representantes, sobrecogidos por el temor, corrieron a las ventanas, insistiendo que había llegado el fin del mundo.

El presidente de la legislatura se puso de pie y declaró: Si el Día del Juicio no ha llegado, no hay ninguna causa para clausurar la reunión. Si ha llegado, prefiero que se me encuentre cumpliendo con mi deber. Caballeros, traigamos velas, y sigamos con la sesión.

De igual forma, hermanos, no nos perdamos en discusiones vanas acerca de la llegada del fin del mundo, ni nos dejemos llevar por los falsos profetas. Más bien, que el Señor nos encuentre trabajando para él, llevando el mensaje a los demás y preparados para su regreso.

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