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Cómo discernir la voluntad de Dios


la voluntad de Dios

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Cómo discernir la voluntad de Dios

Había una señora que andaba de casa en casa vendiendo cacharros. Cuando llegaba a un cruce en el camino, tiraba un palo al aire. La dirección que señalaba el palo al caer era la dirección que tomaba la mujer.

En cierta ocasión, alguien la encontró tirando el palo al aire repetidas veces. Se le hizo la pregunta: Señora, ¿qué está haciendo? La mujer respondió: Lo que pasa es que el palo cae señalando a la izquierda, pero yo quiero ir a la derecha. Voy a tirarlo hasta que señale a la derecha.

¿Qué nos enseña esta historia acerca de cómo discernir la voluntad de Dios? Nos enseña por lo menos dos cosas. En primer lugar, nos muestra la forma incorrecta de discernir la voluntad de Dios – no es cuestión de tirar palos al aire. En segundo lugar, nos muestra lo que no debemos de hacer cuando la voluntad de Dios señala algo que no nos gusta. No debemos de seguir buscando hasta que nos gusten los resultados.

¿Cómo, entonces, podemos conocer y hacer la voluntad de Dios? Muchas personas recurren al ejemplo de Gedeón, en el libro de Jueces. Este hombre fue llamado por un ángel a liberar a su pueblo, que a causa de la idolatría había sido entregado en manos de los madianitas.

Gedeón, sin embargo, quiso pruebas de que el llamado era verídico. Le pidió al Señor una prueba, y colocó un vellón de lana afuera, pidiéndole al Señor que la lana se mojara, mientras el suelo quedara seco. El Señor le concedió esta petición. Luego, Gedeón le pidió lo opuesto – y el Señor también lo hizo.

Muchas personas toman esta historia como un ejemplo a seguir. Hablan de poner el vellón o colocar la lana para discernir la voluntad del Señor. Sin embargo, si consideramos el contexto, nos damos cuenta de que, lejos de ponernos un ejemplo a seguir, el Señor nos está mostrando la pésima calidad de la fe en Israel en los días de Gedeón.

Lo que él hizo no era más que una clase de adivinación – buscando señales en objetos físicos. Esto es algo que Dios condena. En este caso, Dios lo permitió – no para darnos un ejemplo, sino más bien para mostrarnos la pobreza de la fe de Gedeón.

Dios no nos llama a conocer su voluntad mediante señales físicas o mágicas. Más bien, nos llama a caminar con él en una relación tan estrecha que podamos discernir su voluntad espiritualmente.

Si queremos que esto se vuelva realidad en nuestras vidas, tenemos que desear la voluntad de Dios. Si no estamos interesados en hacer la voluntad de Dios, no podremos conocerla.

La voluntad de Dios trae gran bendición

Lectura: 1 Juan 2:17
Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

Hay tres formas de vivir la vida. La primera forma es vivir como camarón dormido. Esta persona se deja llevar por la corriente de la vida. No sabe a dónde va, simplemente deja que las circunstancias determinen qué le sucede. No tiene metas, no tiene planes, no tiene objetivos en la vida. Su lema es que será, será.

La segunda forma es algo mejor, pero aún no es ideal. Esta es la persona que tiene metas personales. Ha considerado sus habilidades, sus deseos y sus posibilidades, y ha puesto metas para poder superarse. Sabe a dónde va, y sabe cómo va a llegar. Tiene su vida planeada.

Sin embargo, aunque esta opción es mejor que la primera, no es la ideal. Es que, si nos ponemos a pensar, estas metas generalmente se relacionan con este mundo. Esta persona quiere lograr cierto nivel educacional, alcanzar cierto punto en su carrera, llegar a tener ciertos bienes y cierto estilo de vida.

Sin embargo, nuestro verso nos dice que el mundo se acaba. Todas las cosas más atractivas de este mundo – todas las cosas que nos llaman a que gastemos tiempo y esfuerzo en lograrlas – se acabarán. El verso 16 define los deseos del mundo: la satisfacción física, el deseo de tener posesiones y el afán por alcanzar cierta posición.

Todo esto es pasajero. Esta persona que tiene su vida planeada se parece al niño que construye casas en la arena de la playa. Se pueden lograr cosas espectaculares, pero vendrá una ola que las destruirá – y pasarán a la nada.

Si queremos que nuestra vida tenga un propósito y un significado que van más allá de de la muerte, entonces la tercera opción es la única que satisface. Ésta es la opción de hacer la voluntad de Dios, y no la voluntad propia. Si buscamos hacer la voluntad de Dios, lograremos algo eterno.

¿Cómo puede suceder esto? Si quieres vivir la voluntad de Dios, tienes que entender que

La voluntad de Dios es universal y es personal

Para descubrir la voluntad de Dios para tu vida, tienes que tomar en cuenta primero su voluntad universal para todos. La voluntad de Dios para ti nunca estará en conflicto con su voluntad universal revelada en su Palabra.

En su despedida de los ancianos de Éfeso el apóstol Pablo hace mención de esta realidad. Él dice en Hechos 20:27: «Sin vacilar les he proclamado todo el propósito de Dios». El propósito de Dios se refiere a su plan, su intención. Pablo no nos da a entender que él se haya convertido en alguna especie de consultante profesional, a quien los ancianos acudían para recibir un plan personalizado de Dios para sus vidas.

Él se refiere, más bien, al propósito que Dios tiene para todo creyente y para este mundo. La importancia es ésta: Dios nunca te guiará a hacer algo que esté en contra de su propósito revelado en las Escrituras.

Juan Wesley dijo: «No te apures en atribuirle cosas a Dios. No supongas fácilmente que sueños, voces, impresiones, visiones o revelaciones son de Dios. Pueden ser de él. Pueden ser de la naturaleza. Pueden ser del Diablo».

De algún modo, algunas personas creen que, si el creyente tiene alguna impresión fuerte, tiene que ser de Dios. Esto no es cierto. Si sientes que debes de hacer algo que va en contra de la voluntad revelada de Dios, puedes saber con certeza que no es su voluntad para ti.

Dios, por ejemplo, te manda obedecer a las autoridades civiles. Si estás convencido de que él quiere que hagas algo que resulta en desobediencia a las autoridades, estás equivocado. La única excepción es la situación en la que las autoridades nos pretenden obligar a desobedecer la Biblia.

Si quieres saber la voluntad de Dios, entonces, empieza conociendo la Biblia. Esto es imprescindible. Si quieres navegar sobre el mar, tienes que conocer el mapa. Si quieres viajar con seguridad en la vida, tienes que empezar conociendo el mapa divino, la Biblia.

Dicho esto, la voluntad de Dios también tiene un aspecto personal. En varios lugares, Pablo dice lo que vemos en 1 Corintios 1:1: «Pablo, llamado por la voluntad de Dios a ser apóstol de Cristo Jesús». Pablo no eligió ser apóstol. Dios lo llamó.

De igual manera, más allá de su voluntad universal revelada en la Biblia, Dios también tiene propósitos y deseos individuales para cada uno de nosotros. ¿Cómo podemos saberlos?

La voluntad de Dios se revela en un diálogo

Vivir la voluntad de Dios para nuestras vidas no es algo mágico. No se trata de impresiones o de señales milagrosas. Se trata, más bien, de nuestra responsabilidad y de la mano divina de Dios.

Encontramos estos dos lados en Filipenses 2:12-13:

2:12 Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor,
2:13 porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.

Por un lado, se nos llama a llevar a cabo nuestra salvación. Esto envuelve disponernos a obedecer las normas divinas, estar dispuestos a sacrificar nuestros deseos por servir al Señor, y buscar oportunidades para extender el mensaje a otros.

Dios quiere, en otras palabras, que busquemos formas de vivir la salvación que Dios nos ha dado mediante la fe. No es tanto cuestión de buscar dirección misteriosa mediante sueños, impresiones o señales – aunque Dios nos puede hablar de estas formas – sino de perseverar en la oración, tomar decisiones bien pensadas y desear ante todo agradar al Señor.

Esto envuelve usar la mente que Dios nos ha dado. La fe bíblica no es una fe irracional. Dios nos ha dado el cerebro para usarlo. Debemos de considerar nuestras decisiones.

Proverbios 21:5 dice: «Los planes bien pensados: ¡pura ganancia! Los planes apresurados: ¡puro fracaso!». Muchas veces buscamos que Dios nos guíe de una forma mística porque somos perezosos. No queremos hacer el esfuerzo de considerar las alternativas y planear para el futuro. Dios nos llama a planear; simplemente nos exige que recordemos siempre que él puede cambiar nuestros planes.

También envuelve buscar consejos. Proverbios 20:18 dice: «Afirma tus planes con buenos consejos». Cuando enfrentes alguna decisión grande, busca la opinión de creyentes maduros. Considera sus consejos.

En todo esto tenemos que recordar el otro lado de la moneda. Después de decirnos que llevemos a cabo nuestra salvación, Pablo nos dice que Dios obra en nosotros. Esto significa que, en medio de hacer planes y llevarlos a cabo, podemos tener la seguridad de que Dios está obrando dentro de nosotros y en nuestras circunstancias, y que su obrar es para nuestro bien. Él aún puede tomar nuestros errores y usarlos.

No dependas de palos tirados al aire o vellones mojados para mostrarte la voluntad de Dios. Más bien, esfuérzate en conocer su voluntad revelada. Considera bien tus pasos, confiando en la dirección de Dios.

Proverbios 3:5-6 te hace una gran promesa:

3:5 Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia.
3:6 Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas.

Si confías en el Señor, si te sometes a su voluntad y buscas sus caminos revelados en su Palabra, el allanará tus sendas. Él te abrirá el camino. Estarás en su mano, y tu vida tendrá valor eterno. No te conformes con menos que la voluntad de Dios.

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