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¿Cómo es el Reino de Dios?


Reino de Dios

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¿Cómo es el Reino de Dios?

La mayoría de nosotros ha tenido la oportunidad de conocer personas de países distintos a los nuestros. Una de las primeras preguntas que muchas veces hacemos, al conocer a alguien de otra nación, es ésta: ¿cómo es tu país? Muchas veces, tenemos conceptos erróneos acerca de la patria de otro.

Muchas personas se sorprenden al aprender que en el Perú se habla español. También se sorprenden de que la ciudad más grande, Lima, esté ubicada en un desierto donde se desconoce la lluvia. Sus únicos conceptos del Perú se basan en las fotos que han visto de Machu Picchu.

También de México hay muchos conceptos erróneos. El gringo piensa en los cuadros que ha visto de mexicanos ensombrerados descansando en la sombra de un cactus y se imagina que todo México es un desierto, cuando en realidad la sierra domina el paisaje mexicano.

De la misma forma en que nosotros tenemos conceptos erróneos acerca de diversos países, podemos también tener conceptos erróneos acerca del Reino de Dios. Muchas personas, al oír del Reino de Dios, piensan exclusivamente en el cielo, y se lo imaginan como un lugar de nubes con ángeles rechonchos tocando arpas – un lugar muy aburrido.

El Reino de Dios en definitiva no es así; para corregir ciertas ideas equivocadas acerca del Reino que existían en su día, Jesús contó una serie de parábolas. Las parábolas eran historias o ejemplos de la vida real que servían dos propósitos: ocultaban la verdad de quienes tenían el corazón endurecido, pero llevaban a los arrepentidos a un entendimiento más profundo.

Antes de estudiar algunas de estas parábolas, sin embargo, debemos definir lo que significa la frase. El Reino de Dios es su reinado, su autoridad establecida. En la Biblia, tiene dos aspectos; el aspecto presente, que envuelve nuestra entrada al Reino mediante el arrepentimiento y la fe; y el aspecto futuro, que señala hacia el regreso de Cristo para establecer su reino de una forma visible e inmediata.

En el Nuevo Testamento, el aspecto presente del Reino muchas veces se asocia con el sufrimiento; el aspecto futuro se asocia con la gloria. Muchas personas del día de Jesús, sin embargo, tenían el concepto de un Reino que se establecería de inmediato con gran gloria y victoria militar. Para corregir estos errores, y los errores que nosotros también podemos cometer, Jesús contó las parábolas que hoy veremos.

Lectura: Mateo 13:24-30, 36-43

13:24 Otra parábola les propuso, diciendo: El reino de los cielos es semejante al hombre que siembra buena simiente en su campo:
13:25 Mas durmiendo los hombres, vino su enemigo, y sembró cizaña entre el trigo, y se fué.
13:26 Y como la hierba salió é hizo fruto, entonces apareció también la cizaña.
13:27 Y llegándose los siervos del padre de la familia, le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena simiente en tu campo? ¿de dónde, pues, tiene cizaña?
13:28 Y Él les dijo: Un hombre enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la cojamos?
13:29 Y Él dijo: No; porque cogiendo la cizaña, no arranquéis también con ella el trigo.
13:30 Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré á los segadores: Coged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; mas recoged el trigo en mi alfolí.

13:36 Entonces, despedidas las gentes, Jesús se vino á casa; y llegándose á Él sus discípulos, le dijeron: Decláranos la parábola de la cizaña del campo.
13:37 Y respondiendo Él, les dijo: El que siembra la buena simiente es el Hijo del hombre;
13:38 Y el campo es el mundo; y la buena simiente son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo;
13:39 Y el enemigo que la sembró, es el diablo; y la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.
13:40 De manera que como es cogida la cizaña, y quemada al fuego, así será en el fin de este siglo.
13:41 Enviará el Hijo del hombre sus ángeles, y cogerán de su reino todos los escándalos, y los que hacen iniquidad,
13:42 Y los echarán en el horno de fuego: allí será el lloro y el crujir de dientes.
13:43 Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre: el que tiene oídos para oir, oiga.

En esta parábola tenemos a un terrateniente que siembra buena semilla en su campo. De noche, un enemigo viene a escondidas para sembrar mala hierba entre la buena semilla. Aunque los siervos del granjero quieren arrancar la mala hierba de una vez, él decide esperar hasta la cosecha para dividir la buena planta de la mala.

El mensaje de esta parábola es simple:

El Reino coexiste, por el momento

Jesús nos enseña que quienes hemos recibido su mensaje de salvación seguiremos viviendo, por ahora, en el mundo juntos con los hijos del mal. Cuando aceptamos a Cristo como Salvador, no somos llevados de inmediato al cielo.

No niega, sin embargo, el hecho de que habrá un día de separación y de juicio. Simplemente aclara el hecho de que este día será futuro. Mientras tanto, los hijos del Reino coexistimos con los desobedientes.

Este concepto tan sencillo corrige varios errores que se han presentado a lo largo de la historia de la Iglesia. Uno de ellos es el concepto de la separación física del mundo. Jesús no nos ha llamado a separarnos físicamente, sino espiritualmente, del mundo.

De otro modo, no podemos servir como sal y luz. Su voluntad es que sigamos creciendo, por el momento, entre la “mala hierba”, y por nuestro testimonio convirtamos a algunos de ellos.

También corrige la idea falsa de que el bien y el mal debe de coexistir dentro de la Iglesia. Jesús aclara que el campo es el mundo, no la Iglesia. La Iglesia tiene la responsabilidad de disciplinar a sus miembros en casos de pecado grave para mantener su pureza.

Finalmente, nos ayuda a entender la invisibilidad del Reino. No siempre es fácil distinguir entre los hijos de Dios y los del mundo. Estamos creciendo juntos. Lo importante, sin embargo, es entender que vendrá un día de juicio.

Si eres creyente, esto debe de animarte a seguir firme en la fe. Quizás hoy parezca que los malvados viven impunes; no siempre será así. Vendrá un día en que se separará lo bueno de lo malo, y el creyente irá a vivir para siempre con su Señor.

Si aún no conoces a Cristo, considera esta realidad: un día enfrentarás el juicio. Todas tus obras, todas tus palabras, todos tus pensamientos serán medidos y juzgados por el Juez perfecto. ¿Estás preparado para ese juicio? La única forma de estar preparado es haberte arrepentido y acercado a Cristo antes de que sea tarde.

Por el momento, el Reino coexiste con la maldad; pero llegará un día en que se separarán. Preparémonos para aquel día.

Pasemos ahora a las siguientes parábolas.

Lectura: Mateo 13:31-35

13:31 Otra parábola les propuso, diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que tomándolo alguno lo sembró en su campo:
13:32 El cual á la verdad es la más pequeña de todas las simientes; mas cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas.
13:33 Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante á la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo quedó leudo.
13:34 Todo esto habló Jesús por parábolas á las gentes, y sin parábolas no les hablaba:
13:35 Para que se cumpliese lo que fué dicho por el profeta, que dijo: Abriré en parábolas mi boca; Rebosaré cosas escondidas desde la fundación del mundo.

Estas dos parábolas sencillas, la del grano de mostaza y la de la levadura, contienen la misma enseñanza. En ambos casos, Jesús nos enseña que

El Reino cunde, sin hacer alarde

En las dos parábolas notamos el concepto del retrazo. Un árbol de mostaza no crece de la noche a la mañana; la levadura demora algunas horas en leudar la masa.

Sobre todo, estas dos cosas suceden sin mucho alboroto. El árbol de mostaza no anuncia su crecimiento; más bien, sucede de una forma casi imperceptible. De igual forma, la levadura trabaja de una forma silenciosa. El ama de casa deja la masa a leudar, y cuando regresa, ya está leudada sin ella haberse dado cuenta.

Esto nos enseña algo muy importante acerca del Reino. El Reino de Dios no crece, como lo hacen los imperios humanos, con gran son de trompetas o con mucho alarde. Más bien, crece de una forma silenciosa e invisible, cuando el corazón humano se arrepiente y se reconcilia con su Creador.

C.S. Lewis ha comparado al cristianismo con una “buena infección”. Cuando nos contagiamos con la gripe, no nos damos cuenta. Sólo después vemos sus efectos. De igual forma, el Reino se impone de una forma que el mundo no nota ni distingue. Sin embargo, su fin es grandioso.

Esto nos debe de quitar el deseo de hacer del Reino de Dios algo grandioso o extravagante al estilo humano. A través de su historia la iglesia ha pretendido incrementar el esplendor del Reino de Dios construyendo grandes edificios y magníficas obras de arte.

No es malo en sí construir edificios para el uso de la Iglesia, o glorificar a Dios con el arte; pero la Iglesia no depende de estas cosas para su crecimiento o su gloria. La gloria de la Iglesia, más bien, es el glorioso Señor que la compró.

Por esto, la mayor obra de la Iglesia es de compartir las Buenas Nuevas del Reino a toda persona. El Reino cunde mediante la buena infección de compartir el evangelio con otros, y no depende de impresionantes programas o grandes muestras de mercadotecnia.

Lectura: Mateo 13:44-46

13:44 Además, el reino de los cielos es semejante al tesoro escondido en el campo; el cual hallado, el hombre lo encubre, y de gozo de ello va, y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.
13:45 También el reino de los cielos es semejante al hombre tratante, que busca buenas perlas;
13:46 Que hallando una preciosa perla, fué y vendió todo lo que tenía, y la compró.

Nuevamente tenemos dos parábolas que tienen el mismo punto central: el valor del Reino, que es tan grande que merece cualquier sacrificio por conseguirlo. Bajo las leyes rabínicas del día de Jesús, si un trabajador encontraba un tesoro escondido en un campo, llegaba a ser de su dueño sólo si el trabajador lo sacaba de la tierra. Si lo dejaba enterrado, en cambio, podría comprar el terreno y, con él, el tesoro.

Jesús no pronuncia sobre la validez de tal concepto; simplemente se vale de esta situación, que habría sido conocida en su día, para enseñarnos que

El Reino cuesta, pero lo vale

El labrador dio todo lo que tenía a cambio del terreno donde estaba oculto el tesoro, pues el tesoro valía mucho más. El comerciante de joyas entregó todos sus bienes a cambio de la perla de gran valor, pues era lo que había buscado toda la vida.

El Reino de Dios así es también. Jesús no nos oculta el costo de seguirle. Puede costarnos bienes materiales. Puede costarnos relaciones. Puede costarnos hasta la vida misma. A pesar de tener un costo que nos parece alto, el Reino más que vale cualquier sacrificio que nos toque hacer para ser parte de él.

Al entrar al Reino de Dios, recibimos grandes recompensas en esta vida; y tenemos la seguridad de la vida eterna. Tenemos el privilegio de estar en relación con el Dios del universo. Hallamos la verdad que satisface el alma.

¿Qué precio es demasiado alto para ganar el Reino? Ninguno. Los pequeños sacrificios que tenemos que hacer para seguir a Cristo no se comparan con el precio que pagó El para que pudiéramos ser salvos, ni se comparan con lo que recibimos a cambio.

No ignores el costo de seguir a Cristo. Jesús dijo que ser su discípulo envolvía tomar la cruz cada día. Hay sacrificio en ser creyente. Hay también, sin embargo, bendición que grandemente sobrepasa el costo.

¿Estás dispuesto a pagar el precio por ser parte del Reino de Dios? Muchas personas pagan miles de dólares para tramitar su visa de entrada a los EE.UU., pero les parece poco a comparación con la oportunidad de vivir en este país. De igual forma, el costo de entrada al Reino existe, pero no es nada a comparación con el privilegio de vivir dentro del Reino de Dios.

Ahora que sabes algo más acerca del Reino de Dios: ¿Eres parte de él? ¿Estás viviendo como ciudadano del Reino, aunque te encuentres aún en el mundo? ¿Estás contagiando a otros? ¿Estás dispuesto a pagar el precio?

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