Mira hacia arriba, hacia adentro y hacia afuera
Uno de los proyectos que realiza muchos ministerios cada año es la enseñanza de clases de inglés para beneficio de los trabajadores del campo. Es una forma de proveerles una ayuda práctica y presentarles el evangelio al mismo tiempo.
Hace poco, uno de los estudiantes me comentó que él había podido mejorar su situación laboral en base a lo que había aprendido en años anteriores. Es un gran placer cuando uno puede ver que lo que hace realmente está ayudando a las personas.
Una de las partes más divertidas de las clases es aprender las palabras de lugar o de movimiento. Es divertido porque todos muestran con acciones físicas lo que significa la palabra. Por ejemplo, señalamos hacia arriba para la palabra up, hacia abajo para la palabra down, etc.
Hoy vamos a hablar acerca del deseo que Dios tiene para la vida de cada uno de nosotros, y vamos a señalar también tres direcciones. Dios nos llama a mirar hacia arriba, hacia adentro y hacia fuera. En primer lugar, Dios nos hace el siguiente llamado:
Mira hacia arriba
Dios le dijo estas palabras a Abraham. Leámoslas en Génesis 15:1-6:
15:1 Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande.
15:2 Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer?
15:3 Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa.
15:4 Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará.
15:5 Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia.
15:6 Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.
Habían pasado años desde que Dios le había prometido a Abraham que tendría un heredero, pero no había sucedido nada. ¿Qué estaría pasando? ¿Se habría olvidado Dios de su promesa? ¿Estaría demasiado ocupado en otras cosas? ¿Habría cambiado de idea?
Aquí vemos que Abraham expresa a Dios sus dudas. Es interesante notar que, en el libro de Génesis, cuando Abraham habla expresa dudas; cuando él actúa, lo hace en fe. La fe no significa la ausencia de las dudas. Tener fe no significa que nunca dudamos. La realidad de nuestra fe se ve en nuestras acciones.
Cuando Abraham expresó sus dudas a Dios, la respuesta de Dios fue sencilla: Mira hacia arriba. Dios le señaló la multitud de estrellas que había en el cielo. Ese mismo Dios que había sido capaz de crear ese montón incontable de estrellas también sería capaz de dar a Abraham un heredero. Sería totalmente capaz de cumplir la promesa de darle descendientes.
La respuesta de Abraham fue creer a Dios. La Biblia nos dice que él creyó la promesa de Dios, y Dios lo trató como justo.
Cuando nosotros creemos las promesas de Dios, él también nos trata como justos. Pablo cita estas mismas palabras acerca de Abraham varias veces. Leamos una de ellas en Romanos 4:1-5:
4:1 ¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne?
4:2 Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios.
4:3 Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia.
4:4 Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda;
4:5 mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.
Aquí vemos que la base de nuestra relación con un Dios perfecto y justo es la misma base que tuvo Abraham en su relación con Dios. Si nosotros creemos en Jesucristo, si confiamos en sus palabras y en su muerte por nosotros en la cruz, seremos también declarados justos por Dios. Dios ya no verá nuestras fallas, sino nuestra fe.
Si nosotros queremos vivir vidas que agradan a Dios, tenemos que mirar hacia arriba en fe y confiar en sus promesas. La Biblia está repleta de promesas maravillosas de Dios. Él nos promete que nunca nos dejará ni nos desamparará. Nos promete que nos ha dado todo lo que necesitamos para la vida y la piedad mediante nuestro conocimiento del que nos llamó por su propia gloria y bondad.
Podríamos continuar, pero el mensaje es claro. Miremos hacia arriba, y confiemos en las promesas de Dios. Es sólo cuando miramos hacia arriba que tenemos la perspectiva correcta. La perspectiva es sumamente importante para todo lo que hacemos.
Esto se ilustra con la historia de dos representantes de ventas de una compañía de calzado. Habían sido enviados para abrir un nuevo mercado de venta en el continente africano. Uno de los representantes envió este mensaje a la sede de la compañía: Aquí no hay prospectos. Nadie usa zapatos.
El segundo vio la misma cosa, pero respondió de una forma totalmente distinta. ¡El potencial aquí es enorme! Todos están descalzos. Dos personas pueden ver el mismo panorama y sacar conclusiones totalmente opuestas.
Si miramos hacia arriba con fe, y contamos con las promesas de Dios, tendremos su perspectiva sobre la vida. Ahora bien, habiendo mirado hacia arriba, Dios también nos dice:
Mira hacia adentro
No podemos ser eficaces en el servicio al Señor si no aprendemos a examinarnos a nosotros mismos. 1 Juan 3:3 dice, por ejemplo: “Todo el que tiene esta esperanza en Cristo, se purifica a sí mismo, así como él es puro”. Esto significa que la esperanza que tenemos en Cristo, la esperanza que recibimos cuando miramos hacia arriba, nos lleva a vivir vidas de pureza.
Ahora bien, ¿qué clase de pureza desea Dios de nosotros? Jesús mismo nos lo dijo en Mateo 5:8: “Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios”. Dios desea la pureza interna, la pureza de corazón, no solamente la conformidad externa. Jesús atacó a los fariseos, llamándolos tumbas blanqueadas, precisamente porque su pureza era solamente exterior.
¿Cómo podemos tener esta pureza de corazón? Tenemos que ser honestos con nosotros mismos. Tenemos que examinarnos con regularidad, y confesar nuestros pecados a Dios. Si hemos pecado contra otra persona, tenemos también que pedirle perdón.
Puede ser útil confesar nuestros pecados a otros, aunque debemos de tener cuidado con esto. Se cuenta la historia de cuatro predicadores que se reunieron para conversar. Durante la plática, uno de los predicadores dijo: Nuestras ovejas nos cuentan todos sus errores, pero nosotros no lo hacemos con nadie. La confesión es buena. Vamos a confesar nuestros errores aquí.
Uno de los predicadores confesó que, de vez en cuando, le gustaba tomarse una cerveza. El segundo dijo que le gustaba fumar cigarros a veces. El tercero dijo que se compraba un billete de lotería cada semana. Finalmente le tocó al cuarto. El no quiso decir nada, pero finalmente lo convencieron los demás. El dijo: Mi vicio es el chisme, y no me aguanto las ganas de salir de aquí.
Hay ciertos casos donde es bueno comentar con un creyente maduro nuestro problema, pero – como ven – tenemos que hacerlo con cuidado. Sin embargo, como creyentes, tenemos una ayuda especial. El Salmo 139:23-24 dice: “Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno”.
El Espíritu Santo nos escudriña y nos convence, si estamos abiertos a su convicción. Si nos cerramos, en cambio, corremos el peligro de ser como los fariseos. Las personas que nunca han aprendido a mirar hacia adentro han causado enorme daño a la causa de Cristo. El espíritu dulce de amor que atrae a las personas a Cristo se desarrolla mediante la meditación y la confesión.
Mira hacia adentro, y permite que la luz de Dios brille en tu corazón. Luego, Dios te dice:
Mira hacia afuera
Jesús nos llama a mirar el mundo que él nos ha llamado a alcanzar. Leamos Juan 4:35-38:
4:35 ¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega.
4:36 Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega.
4:37 Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que siega.
4:38 Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores.
Jesús aquí habla con la mujer samaritana mientras sus discípulos están buscando alimento. Los discípulos están preocupados con sus propias necesidades; Jesús nos llama a buscar las oportunidades que existen para tener una cosecha eterna. En muchas ocasiones, uno es el que siembra las buenas nuevas del edificio y otro cosecha; en cualquier caso, el momento para trabajar es ahora.
Quizás les he comentado la idea que descubrí recientemente que cambió mi forma de ver el evangelismo. Es la idea de buscar las manzanas maduras. Cuando un trabajador de campo está cosechando la fruta, busca la fruta madura. Si está verde, no la recoge.
De igual forma, alrededor de nosotros hay personas que Dios ha preparado para recibir el evangelio. Las circunstancias de su vida los han preparado para escuchar y recibir el evangelio.
La mujer samaritana es un ejemplo de una manzana madura. Después de cinco esposos y un concubino, estaba lista para probar otra forma de vida. Jesús compartió con ella el agua viva que sólo él puede dar. Ella había llegado a ver que su estilo de vida no le estaba trayendo satisfacción y felicidad.
Ahora bien, quizás algunos de tus amigos son manzanas verdes. Todavía no están listos para recibir el evangelio. Cuando les hablas del Señor, no muestran ningún interés. Está bien; ora por ellos, y espera ese momento de preparación. Mientras tanto, busca las manzanas maduras que Dios ha puesto alrededor tuyo.
Jesús dice que los campos están listos para la ciega. Seguramente tú conoces a alguien que Dios ha preparado para recibir el mensaje. Pídele al Señor que te abra los ojos y te ayude a identificar a esa persona que esta lista para aceptar a Cristo como su Señor y Salvador. Mira hacia fuera, y busca las manzanas maduras.
Al principio les conté de las clases de inglés. Hay otra cosa que he aprendido de ellas; no importa cuánto estudies, si no pones en práctica lo que aprendes, pronto lo olvidarás. ¿Estás preparado para mirar hacia arriba, hacia adentro y hacia afuera?
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